martes, 14 de mayo de 2013

Con "B" de BERTA: Cap 31

TREINTA Y UNO
  Las paredes decoradas con frescos le dan un toque de elegancia al local en el que Berta y el Señor Alejandro Mateo están disfrutando de una buena mañana de anécdotas pertenecientes a años pasados; pero la decoración ahora no importa porque ninguno de los dos se está fijando en eso ahora. Aunque estuvieran en una nave industrial con el suelo de hormigón seguirían siendo igual de felices.
A Berta le acaban de proponer que se presente a un nuevo casting en el que ella es claramente el perfil que buscan; y Alejandro vuelve a representar a una de las niñas a las que más quiso en sus mejores años de representante. Nada puede salir mal.
  -¿Champagne? ¿A estas horas de la mañana?
Berta mira al Señor Mateo extrañada, pero con una sonrisa de oreja a oreja que no puede evitar.
  -Tienes razón. Quizás no lo he pensado demasiado jajajajaja -Ambos se echan a reír. -¿Qué te parece si vamos a celebrarlo a la heladería que tanto te gustaba de pequeña? "Delicity" se llamaba, ¿Te acuerdas?
Berta se sorprende al ver que no ha olvidado ese tipo de cosas; pero también se siente mal porque ella era muy pequeña cuando la representaba y no se acuerda de tantas cosas como él. De repente, suena la melodía de "Tug of war" desde el móvil de Berta. Lo casa del bolsillo de los vaqueros y mira la pantalla. Se alegra al ver que es África, así podrá contarle la nueva noticia.
  -¿Te importa si salgo un momentito a contestar a la llamada?
  -¡Claro! No te preocupes. Yo mientras voy pagando todo esto. -Y se levanta a la vez que Berta, como buen caballero que es. Una vez la joven se ha alejado de la mesa, vuelve a sentarse y pide la cuenta al camarero.
Berta sale del local, se deja caer en la pared de la fachada, junto a la puerta, y descuelga.
  -¡Afri, qué bien que me hayas llamado! -Su cara de ilusión lo dice todo. -No te vas a creer...
  -¡No, ahora no tengo tiempo! -No le deja terminar y empieza a hablar ella. -¡Berta, tienes que sacarme de aquí! ¡Tienes que sacarme ahora!
Berta se asusta. Las palabras de su amiga hacen que le empiecen a temblar las piernas y el tono que está utilizando no es precisamente de broma.
  -¿Qué te pasa África? ¡Dime dónde estás que voy para allá con el coche y estoy allí en cinco minutos!
  -¡No, no vengas! Verás, voy a salir de aquí y necesito que dentro de uno o dos minutos me llames, ¿Vale?
  -¿Que vas a salir de dónde? !No entiendo nada y me estoy poniendo muy nerviosa! ¿Te han hecho algo
Solo con pronunciar esas palabras se le empañan los ojos. Jamás se perdonaría que a su mejor amiga le hicieran daño mientras ella está de risas con un viejo amigo en un bar.
  -Ese es el problema, Berta, que no sé qué me han hecho. Necesito irme de aquí ahora, por favor. -La voz de África empieza empieza a temblar al intentar aguantar las lágrimas que llenan sus ojos y no le dejan casi ver.
  -¿Cómo que no sabes qué te han hecho? Afri, cariño, relájate, respira hondo y busca un espejo ¿Tienes alguno a mano?
  -Sí -¿Cómo no va a tener un espejo a mano si está en el cuarto de baño para que Miguel no la oiga?
  -Vale, quítate la camiseta y mírate si te han hecho algo.
  -¿¿Qué?? ¡No me han quitado ningún órgano ni me han violado, Berta!
  -¿Entonces qué es lo que te pasa, África? ¿Me lo explicas ya o me vas a tener así hasta que me dé un infarto?
  -!Joder, qué complicada eres! Verás, ¿Te acuerdas del día que llamaste a mi casa y yo no te lo cogí? Que te dije que me había dejado el móvil en el trabajo.
  -Sí, claro. ¿Qué tiene que ver con todo esto?
  -Pues que en realidad ese día no te contesté porque estaba en casa de mi jefe. Bueno, de mi novio.
  -¿Qué? África, ¿Te han drogado?
  -¡Que no!
  -¿Entonces? -Berta empieza a enfadarse. Sabe que su su amiga está preocupada de verdad, pero no le está gustando nada el jueguecito este de contar las cosas a medias. -¿Te has liado con tu jefe? ¡Estás loca, África! ¡Y encima sales con él! ¿Sabes lo mal que puede acabar ese pobre muchacho cuando te canses de él?
  -Berta, yo... -No le salen las palabras.
  -¿Tú qué?
  - Creo que le quiero
  -¿Que le qué? ¿África enamorada de un tío? Venga ya, termina con esta broma porque no la estoy entendiendo y tampoco me está haciendo ninguna gracia.
  -Berta, que te lo estoy diciendo en serio. Por eso quiero que me saques de aquí. Me acaba de decir unas cosas preciosas y no he sabido decir una tontuna de las mías para quitarle importancia a sus palabras. Quiero irme de aquí y despejarme. Necesito pensar.
  -Y yo necesito una tila. ¿Sabes el susto que me has dado? ¡Pensé que te pasaba algo!
  -¡¡Y me pasa!! ¿No me has oído?
  -África, enfréntate a tus sentimientos porque aunque intentes hacerte la dura, tú y yo sabemos que no lo eres.
  -¿Pero me vas a sacar de aquí o no?
  -Está bien, pero tú y yo vamos a tener una conversación muy seria sobre ese chico; sobre el por qué no me habías contado nada; y sobre la forma que tienes de asustarme por chorradas como esta. ¿Entendido?
  -Vale, pero no es una chorrada.
Justo en ese momento, dos jóvenes pasan por al lado de Berta, empujándose uno al otro y; sin querer, el más alto cae sobre la joven apretándola contra la pared.
  -¡Aaau!
  -¡Lo siento, lo siento! De verdad, no quería molestarte.
  -No pasa nada.
  -¿Estás bien? ¿Te he hecho daño?
  -Sí, no te preocupes
  -¡Oye! ¿A quién pertenece esa voz tan sexy con acento gallego? ¡Ya no me cuentas nada!
Berta vuelve a darse cuenta de que al otro lado del teléfono móvil sigue estando su amiga y le contesta.
  -Perdona, pero la que no me ha contado que se está tirando a su jefe eres tú. Además, este solo era un chico que se ha chocado conmigo.
  -¡Ey! No me estoy tirando a mi jefe, le hago el amor; y respecto al chico ese, ¿Es guapo?
  -No lo sé, no me he fijado.
  -Ya, eso significa que sí es guapo.

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