lunes, 17 de septiembre de 2012

Querido diario. 17-09-2012

Querido diario, dicen que hay días que es mejor no levantarse y eso exactamente es lo que me ha pasado a mí. He tenido que madrugar para ir a la revisión de un examen, pero al llegar a la estación del tren he podido comprobar que había huelga y que el horario de salida de trenes se había reducido bastante.
Tras una hora de espera en la estación con la única distracción de mi Ipod, ha llegado un tren y, tres cuartos de hora más tarde, me encontraba al fin en Jerez.
El camino hasta la universidad sigue siendo igual de aburrido y monótono que la última vez que pasé por allí, pero parece ser que me voy a tener que acostumbrar a ello porque aún me quedan bastantes años recorriéndolo día tras día.
Llegué al despacho 2.02, donde se encontraba la profesora de Estructura de la Publicidad y las RRPP, dispuesta a enseñarme mi examen amablemente, pero no tan dispuesta a razonar que un 4,75 y unas prácticas bien hechas y entregadas son un aprobado de toda la vida de Dios.
Salí cabizbaja de aquel despacho, pero aún tenía la esperanza de que la cosa fuera mejor con la asignatura de Historia Económica y Social. Llamadme ilusa porque el destino me dejó bastante claro que, aunque el examen esté aprobado, la asignatura estará suspensa aunque el mismísimo Papa venga a decir lo contrario. Al llegar al despacho de la profesora de Historia, vi un papel en la puerta en el que anunciaba que la revisión se aplazaría hasta esa misma tarde. He de comprender que veo visiones porque, al llegar a mi casa y preguntarle a la susodicha por ese cambio de hora, me contestó que no existía tal cambio y que las revisiones ya habían finalizado. Ahora pido un aplauso para aquel supuesto ángel de la guarda que debería estar cuidándome y, por lo visto, está de cañas con algún amigo.
Me gustaría puntualizar que, al llegar a la estación para volver a Cádiz, tuve que volver a esperar otra hora, tiempo que dediqué a lamentarme por todo aquello que me rodeaba.
Ha sido una de las peores mañanas de mi vida pero, al ver llegar a mi madre del trabajo, ha cambiado mi forma de ver las cosas. ¿Por qué estar triste si voy a tener la oportunidad de recuperar aquellas asignaturas que han podido conmigo? Nos gusta lamentarnos por lo mal que nos va todo, pero no nos damos cuenta de la suerte que tenemos y yo hoy me he parado en seco un momento. Le he dado al botón de Stop y me he parado a analizar mi vida: Tengo un hermano que vale millones y unos padres que se preocupan por mí en cada momento. Mis amigas me respaldan en cada decisión que tomo y están dispuestas a ayudar en todo momento. Sinceramente, no tengo motivos para estar triste porque tengo todo lo que necesito. Hoy no ha sido un buen día, pero mañana empieza uno nuevo. Nuevas oportunidades esperando que nos demos cuanta de que están ahí, de que están hechas para nosotros.
A veces la vida nos habla en susurros. Si no podemos escuchar, nos habla más alto. Si aún no podemos o sabemos entender o no queremos escuchar, nos sigue hablando más y más alto hasta que nos da un grito. Ese grito es el dolor, la enfermedad o el accidente. La vida no es lo que sucede cuando todos tus planes se cumplen ni lo que pasará cuando tengas eso que tanto deseas. La vida es lo que está pasando este peciso instante.
Y para concluir, me gustaría felicitar a mis papis, que hoy, o mejor dicho, ayer, porque ya han pasado las doce, cumplieron 24 años de casados. Felicidades por el esfuerzo que supone y enhorabuena por tener a alguien con quien compartir la felicidad día a día.
Os quiero y os agradezco todo cuanto hacéis. Incluso cuando os equivocáis porque eso significa que sois personas. Personas muy especiales para mí.

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