Querido diario, el Otoño ya está aquí. Es hora de guardar todas aquellas prendas confeccionadas con minúsculos pedazos de tela y sacar aquellas cajas que esconden kilos y kilos de lana. Los colores vivos como el rosa o el celeste se echan a un lado y dejan paso colores más apagados como el naranja o el corinto, lo cual no significa que nuestras vidas dejen de ser alegres.
A mi, personalmente, me encante esta estación. Largos días de lluvia nos acompañarán durante una buena temporada. Podremos ver los cristales empapados y a la gente corriendo de un lado a otro sosteniendo un paraguas o sin él, mientras escuchamos el sonido del agua cayendo y nos sentimos protegidos bajo nuestro techo, ese que nos proporciona seguridad aunque no nos demos cuenta.
Los atardeceres serán maravillosos, llenos de romanticismo, con árboles que dejan caer sus hojas y se van quedando poco a poco desnudos por varios meses.
Si, en este momento, viniera alguien de otro planeta y se parara a observar el paisaje sin saber que más adelante llegará la primavera y cubrirá todo de un color tan intenso como es el verde, adornado de todo tipo de flores y frutos, pensaría que todo está muerto.
Todos tenemos épocas en las que nos quedamos desnudos. Si hemos perdido un familiar, un amigo, si se produce un cambio inesperado que trastoca nuestra rutina... En esos momentos hay que pensar en la naturaleza y, al igual que un árbol reverdece, nosotros también saldremos adelante.
Al fin y al cabo, el sol sale todos los días.
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