lunes, 8 de julio de 2013

Alejandro Sanz. La música no se toca.

Seis de julio de 2013. Llevo meses esperando que llegue este día, mirando constantemente el calendario y contando cuántos númeritos quedan aún por tachar para poder volver a sentir la sensación que recorrió mi cuerpo hace ya casi dos años. Y hoy, por fin, al mirar de nuevo el calendario veo las letras que hace tiempo escribí desesperada por el estrés de lo exámenes para tener algo a lo que aferrarme. Está ahí, es el día, hoy tengo una cita con miles de personas, entre ellas, Alejandro Sanz.
La mañana transcurre lenta, o al menos más lenta de lo que yo preferiría. Después de almorzar intento distraerme con el ordenador, pero mis ansias me pueden y no me puedo estar quieta, así que me tumbo en el suelo de la terraza y me pongo a charlar con Coco. O al menos a hablar mientras ella mueve las orejas.
Miro constantemente el reloj hasta que por fin son las ocho. En realidad es aún demasiado pronto, pero no puedo aguantar más tiempo parada, de modo que me pego una ducha y empiezo a preparar todas las cosas.  Miro constantemente el móvil para ver lo que va tuiteando Alejandro Sanz y cuando sube una foto en el carranza me empiezo a poner nerviosa. Ya está allí, haciendo la prueba de sonido y yo todavía estoy en mi casa. Me peino, me maquillo, meto la cámara de fotos y el objetivo en el bolso y me siento a esperar. Una espera que se me hace eterna.
Por fin son las 9, me despido de mis padres y voy andando lo más rápido posible hasta la parada del autobús y allí me quedo esperando. Cuando lo veo a lo lejos saco el bonobús del bolso y cuando me voy a subir compruebo que está llenísimo, lo cual era de esperar.
De camino al estadio, me pongo a charlar con dos polacos que iban también al concierto, como la mayoría de los que estábamos allí, ya que no bajamos todos en la misma parada.
Una vez allí, llegan mis padres que venían en la moto y un rato más tarde, un matrimonio amigo de los dos. Los hombres se van por ahí y nos quedamos mi madre, su amiga y yo buscando el final de la cola para entrar que rodeaba todo el estadio; pero como andábamos y andábamos y la no encontrábamos, nos acabamos colando delante de un grupito que estaba despistado en ese momento. Somos la maldad personificada.
Entre charla y charla, llegamos ya a la puerta donde están pidiendo las entradas. Yo tengo miedo de que no me dejen entrar con la cámara, pero ha pasado ya tanta gente por delante de los seguratas que ni se preocupan en registrar bolsos.
Una vez dentro del estadio, empezamos a subir y subir escaleras, mi madre me compra un póster de la gira en un puestecillo de merchandising y continuamos subiendo hasta que llegamos a nuestros asientos. Estamos altísimo y casi no se ve el escenario, pero yo estoy feliz porque no queda nada para que empiece el concierto. Realmente, debería haber empezado ya, pero la gente continúa entrando y por un fallo en la organización no van a dejarlos fuera.


Comienza el espectáculo y todo el mundo se viene arriba. Yo empuño mi cámara y comienzo a hacer fotos como una loca; y es que se ve todo mucho mejor a través del zoom que de cualquier otra forma.
Termina la primera canción y no sé si es por motivos técnicos, por el viento o porque estamos muy lejos, pero nadie de la grada está contento con el sonido y se lo hacemos saber a los organizadores como siempre se hace en Cádiz: Tocando las palmas y cantando "No se escucha".

El concierto continúa y más o menos se empieza a oír mejor; o al menos mis oídos se acostumbran a ese sonido. Intentan poner las pantallas gigantes, pero el viento no lo permite. Aún así, podemos disfrutar de la pantalla que ocupa todo el fondo del escenario.
Diferentes artistas como Manu Carrasco o Niña Pastori van pasando por las tablas para colaborar con Alejandro Sanz. Otras canciones están acompañadas sólo por un piano y el coro; e incluso una de las vocalistas cobra principal protagonismo para cantar "Looking for paradise" junto a Alejandro.
El público canta las canciones, baila, salta y aplaude. Está siendo un gran concierto hasta que llega el final de la velada y el artista se despide. O más bien, finge que se despide, ya que espera oír del público el característico canto de los conciertos de "Otra, otra, otra" y vuelve al escenario. Todos aplaudimos e incluso algunos que ya habían empezado a irse vuelven corriendo a sus sitios cuando comienzan a sonar los primeros acordes de "Mi marciana".



Para terminar, hace un poppurri con los estribillos de sus canciones más conocidas como "El alma al aire" entre otras.



Alejandro Sanz se despide dando las gracias a Cádiz, lanzando besos a diestro y siniestro y marcándose un baile de los que él suele hacer, con ese toque andaluz.



Los focos se encienden y todos empezamos a movernos de nuestros sitios para salir del estadio. Yo con mi póster en una mano y con el alma cargada de nuevos sentimientos y emociones; una vez más, acompañados todos de la compañía de mi madre, aquella que casi siempre está en mis mejores recuerdos.


lunes, 1 de julio de 2013

Con "B" de BERTA. Cap. 46

CUARENTA Y SEIS
  Las paredes de atrezzo que conforman el pasillo por el que pasan Alejandro Mateo y Berta dan paso a una escalera. A partir de ahí, desaparecen todos los cables por el suelo, los focos colgando del techo y todo lo relacionando con los entresijos de un plató de televisión y aquella productora de televisión se empieza a parecer más a unas oficinas que a otra cosa. Cuando llegan al último escalón, el señor Mateo gura a la derecha y Berta le sigue.
  -¿Qué es eso que me tienes que decir? -Pregunta la joven temiéndose lo peor. Su representante se para delante de una puerta y contesta.
  -Ellos te lo van a explicar mejor. -Y sin que a Berta le dé tiempo a decir nada, abre la puerta y entra en la habitación. La chica hace lo mismo y se encuentra en medio de lo que parece ser una reunión. Hay una mesa en el centro, rodeada por las cinco personas enchaquetadas que la habían estado observando mientras hacía la prueba, lo cual le pone mucho más nerviosa de lo que ya estaba. En uno de los lados de la gran mesa, hay dos sillas libres y el señor Mateo se sienta en una de ellas, de modo que Berta hace lo propio con la que queda. Todos están muy serios y ella no sabe a donde mirar. Se siente pequeña entre tanto pez gordo.
  -Buenos días. -Consigue decir casi sin voz.
Nadie le contesta. Se limitan a asentir con la cabeza excepto uno, el que parece ser más mayor, que comienza a hablar.
  -Buenos días, Berta. -Bien, se saben su nombre. Algo es algo. -Como habrás podido comprobar, hemos estado presentes hace un rato en la prueba que has hecho. Sabes que el casting está ya cerrado ¿Verdad?
  -Sí. -Contesta casi sin poder mirarle a los ojos.
  -Te hemos ofrecido esta oportunidad porque ya trabajaste otra vez con la productora, aunque no era yo quien llevaba el proyecto, pero sé que a pesar de que estuviste poco tiempo, todos quedaron realmente satisfechos contigo.
  -Muchas gracias -Berta no puede evitar sonrojarse al oír esas palabras y agacha un poco la cabeza intentando que no se le note.
  -Mira, quiero serte sincero. Hemos estado reunidos hablando sobre ti como futura copresentadora del programa y la mayoría confiamos en que lo sabrás hacer realmente bien; pero aún nos queda comprobar si empastas con el resto del equipo, si eres capaz de aportarle humor a tu parte del guión... Pequeños detalles que marcan la diferencia. ¿Me entiendes?
  -Sí, por supuesto. Estoy dispuesta a hacer lo que ustedes me digan. -¿Realmente le están dando una oportunidad? No se lo puede creer. Tiene delante suya la oportunidad de volver a la televisión; y además, en un programa cuyas promociones están causando ya expectación entre el público. ¡Sí! ¡Sí quiero! Es lo único que se le apetece decir ahora mismo, pero no es el momento adecuado, de modo que se controla y sigue guardando las formas.
  -Me alegra verte tan dispuesta porque vamos a grabar ahora mismo el programa piloto para enviárselo a la cadena y serán ellos los que decidan si te quedas o no con nosotros. Toni se encargará de darte el guión para que lo mires mientras estás en peluquería y maquillaje y también necesitamos que nos des tu talla, a ver si conseguimos alguna marca que nos la ceda para hoy mismo. ¡Todos a trabajar! -Dice por último mientras se levanta de la silla y el resto de los allí presentes hacen lo mismo. Alejandro se gira, colocándose frente a Berta, pone las manos sobre los hombros de la joven e intenta tranquilizarle mirándole a los ojos.
  -Berta, te están dando una oportunidad ¡Lo has conseguido! -La expresión de su rostro es claramente de alegría, pero la de ella no expresa lo mismo. -¿Qué te pasa? ¿No estás contenta? Esto era lo que querías.
  -Sí, claro, es solo que grabar hoy me parece muy precipitado. No estoy preparada.
  -Estás más que preparada. Yo confío en ti. siempre lo hice y lo seguiré haciendo porque se que has nacido para esto.
La chica responde con una sonrisa y ambos se abrazan hasta que llega Toni con el guión del programa. En la portada se puede leer "NOTICIERO EXPRESS. Programa piloto: Nos estrenamos".  El señor Mateo se queda allí ultimando los detalles del contrato, ya que aunque finalmente no consiga el puesto en el programa, el piloto se lo tendrán que pagar; y mientras tanto, Berta y Toni se dirigen a maquillaje. Una vez allí, el director de casting se va y deja a la joven en manos de las dos maquilladoras.
  -Parece que hoy ya tenemos trabajo. Espero que esto nos lo paguen.
La otra sonríe y se dirige a Berta.
  -Hola, yo soy Vanessa y ella es Inma. -Dice señalando a su compañera. - Nos vamos a encargar de que salgas siempre guapísima en la tele; aunque viéndote así... creo que no nos vas a dar mucho trabajo ¡Eh!.
  -Jajaja gracias por el cumplido, pero tampoco soy gran cosa. Yo me llamo Berta. -Le da dos besos a Vanessa y luego a Inma. -Encantada.
  -Siéntate aquí, anda. -Dice cariñosamente Inma, que es la que se encarga de la peluquería. Vamos a ver qué te podemos hacer... Por ahora no vamos a arriesgar mucho con el peinado ¿Vale? Prefiero ir descubriendo tus facciones e ir probando poco a poco hasta que te coja el punto indicado.
  -Yo me dejo hacer lo que vosotras me digáis, pero no te compliques mucho porque a lo mejor no me volvéis a ver el pelo por aquí. Por ahora sólo me han contratado para grabar el programa piloto y luego ya se verá si continúo o no.
  -Seguro que sí. Si no, no te dirían que hicieras el piloto ¿No?
Y así, poco a poco, se van conociendo. Cuando ya han terminado con el pelo, Vanessa le limpia a Berta la cara con cuidado y comienza con su trabajo. Es realmente una ventaja que tenga el pelo tan largo porque eso le permitirá más adelante realizar todo tipo de peinados, pero esta vez le ha dejado la melena suelta con tirabuzones perfectamente formados salvo dos mechones de la sien que están sujetos por detrás mediante horquillas para despejarle la cara y mostrar así transparencia ante las cámaras.
Ya le han puesto la base del maquillaje y hace un rato que han parado de hablar porque Berta tiene aún que leer el guión. Una de las chicas le ha dejado un rotulador de color rojo para que vaya marcando las partes en las que tiene que hablar ella y así no se pierda durante el programa, lo cual ha agradecido bastante.
Alguien entra en la habitación, que es bastante pequeña. Tiene cinco sillas para maquillar y peinar, tocadores pegados a la pared y un espejo colocado arriba de cada uno de ellos. Berta sigue con su lectura y no hace caso al visitante, pero parece que no le queda otra que prestarle atención cuando éste se sienta sobre el tocador que hay delante de la joven y le pregunta.
  -Así que tú eres la nueva ¿No?

domingo, 30 de junio de 2013

Con "B" de BERTA. Cap. 45

CUARENTA Y CINCO
  Paredes blancas con algún que otro cuadro de antiguas sesiones de fotos de la revista colgados y una amplia ventana que ayuda a los focos de bajo consumo a alumbrar la habitación. Las dos mesas en las que trabajan las becarias no son demasiado grandes, pero sí lo suficiente como para que ambas puedan trabajar a gusto sin agobiarse por la falta de espacio. A África se le ha ocurrido una de las mejores ideas que ha tenido en su vida, o al menos eso cree, pero no puede hacerlo sola; necesita ayuda. Levanta la vista de su portátil y mira al frente, donde se encuentra su compañera sumergida en sus obligaciones. No puede pedirle el favor a ella porque realmente no sabe ni como se llama ¿Será Clara o Blanca? Desde que ambas entraron a trabajar en la revista, África ha estado más ocupada complaciendo a su jefe que entablando cualquier tipo de relación con ella, así que sería un poco raro que ahora le fuera pidiendo favores. De cualquier forma, ella es la única que le puede ayudar ahora, así que se acerca a su mesa y comienza a hablar.
  -Hola. -La chica le mira y ella le sonríe intentando ser simpática. -Verás, es que... ya sé que nunca hemos hablado mucho y... bueno, casi no nos conocemos pero...
  -Venga, dime lo que necesitas . Somos compañeras ¿No?
Sí, en eso tiene razón. Los compañeros de trabajo se ayudan unos a otro, pero en cosas del trabajo. Lo que África le va a pedir a ella es algo mucho más personal.
  -Sí, lo somos, pero... A ver, que si no lo quieres hacer sólo tienes que decírmelo ¿Vale?
  -Vamos, no seas así. Dime qué es lo que tengo que hacer. ¿Es algo relacionado con el jefe? Porque si es eso lo hago encantada jajaja. Cualquier cosa que esté relacionada con ir a su despacho me encantará seguro. -África fuerza una sonrisa para no parecer antipática, pero ese comentario no le ha hecho ninguna gracia. -Vamos, no te hagas la tonta, que seguro que tú también te has fijado en lo bueno que está.
  -Sí, bueno. El traje le sienta muy bien. -Dice mientras continua forzando la sonrisa. Al fin y al cabo, ella no sabe que está hablando con la que utiliza cualquier excusa para ir a verle y pedirle un beso.
  -Vamos, no te hagas la tonta que tú estás más tiempo en su despacho que en tu mesa jajajaja.
  -Sí, la verdad es que sí. -Esta conversación está resultándole muy incómoda, pero al fin y al cabo es ella la que va a pedir un favor, así que más le vale seguirle las bromas.
  -Bueno... ¿Y me vas a decir ya qué es eso que quieres que haga?
  -Sí, verás, necesito que me hagas algunas fotos ahora. No tardaremos mucho y podemos coger la cámara del departamento de arte. Ellos tienen muchas, así que no creo que la echen en falta.
  -¿Fotos? ¿Para qué?
  -Bueno pues... Digamos que quiero pedirle perdón a alguien y esta es la única forma de que me escuche.
  -¿Vas tú a por la cámara mientras yo termino con este artículo y nos ponemos a ello?
  -¡Claro! ¡¡Muchísimas gracias!! Ahora mismo voy.
Ocho minutos más tarde, África vuelve con una caja en las manos y una sonrisa en la cara.
  -Aquí estoy.
  -¿Te han puesto alguna pega?
  -No ¿Por qué?
  -Bueno, los de arte tienen fama de ser muy protectores con sus juguetitos.
  -Ya, pero es que ellos no saben que tú y yo vamos a usar uno de sus "juguetitos" -Dice guiñándole un ojo. Las dos se ríen y comienzan con la sesión de fotos. Se lo pasan muy bien mientras una aprieta el botón  y la otra posa divertida. Incluso en este tiempo han estado conociéndose un poco más y entablando la relación que ninguna de las dos había procurado hasta ahora.
  -Has salido guapísima. ¿Necesitas alguna más?
  -¿A ver? -África se acerca a Blanca, la cual le aclaró su nombre entre risas, y se asoma a la pantalla de la cámara de fotos. -Me encanta. Esta era ya la última, pero ya sé a quién llamar cuando necesite a alguien que me haga las fotos de mi boda jajaja -Las dos bromean con la ocurrencia de la nueva modelo improvisada. -En serio, muchas gracias. Te debo una.
  -Me conformo con ir a tu boda como invitada y no como una curranta jajaja.
Se abrazan y cada una vuelve a su trabajo; o al menos eso es lo que hace Blanca, porque a África todavía le quedan muchas cosas por hacer.
Lo primero es devolver la cámara de fotos a sus dueños antes de que la echen en falta y sin que nadie se dé cuenta, pero ese no es realmente el mayor desafío al que tiene que enfrentarse hoy. Nunca le ha resultado demasiado difícil distraer a los hombres, de modo que consigue despistarles con poses algo sugerentes y poniendo una voz que excitaría a cualquiera para ir deshaciéndose de todos aquellos que pudieran ser testigos de cómo devuelve el aparato a su sitio justo después de haberse quedado con la tarjeta SD donde están todas las fotografías que acaba de hacerse.
Ahora le queda lo más difícil, conseguir que las imprimas. Con la tarjeta en la mano, se dirige al departamento de producción y busca al más joven, ya que supone será el que menos experiencia tenga. Una vez se decanta por su víctima, se acerca a él y comienza con su plan.
  -Necesito que me imprimas estas fotos ahora mismo.
  -¿Ahora mismo? No puedo hacerlo, estamos trabajando en otras cosas.
  -Son órdenes de arriba. -Dice con cara de no saber nada.
  -Pues los de arriba tendrán que esperar. Ahora estamos trabajando.
  -Está bien. Se lo diré al señor Sauras. -Contesta con despreocupación mientras se gira para irse.
  -¿El señor Sauras? -Pregunta el joven deseando estar equivocado.
  -El mismo. -No le gusta aprovecharse del chico, pero realmente no le está mintiendo. De una forma o de otra, las fotos son para el señor Sauras. Y es cierto que son para Miguel Sauras, el hijo, pero ella no tiene culpa de que ese joven piense que se está refiriendo al señor Sauras padre, uno de los accionistas mayoritarios de la revista.
  -Dile que lo tendrá en diez minutos.
  -Está bien, pero no se lo lleves a su despacho. Me dijo que estaba muy ocupado y que no le molestaran.
  -¿A quién se las entrego entonces?
  -Si no recuerdo mal, creo que me dijo que mandaras el pedido al departamento de maquetación, que las becarias ya sabrían que hacer con ellas.
  -Está bien. Ahora mismo me pongo con ellas.
  -Muchas gracias. -Dice mientras pone la tarjeta SD en las manos del chico.
Todo ha salido tal y como esperaba. Ahora solo tiene que hacer el trabajo que le mandó Miguel y esperar que todo fluya como debe ser.

viernes, 28 de junio de 2013

GRACIAS EQUIPO

"La fuerza de las personas reside en que cuando estás en el peor momento, aparece alguien en el camino capaz de darte energía y de recordarte que en la vida hay algo muy importante y que siempre se nos olvida: REIR" Florentino Fernández Román
#elequipodemivida


jueves, 27 de junio de 2013

Con "B" de BERTA. Cap. 44

CUARENTA Y CUATRO
  Paredes de atrezzo, focos colgados del techo y en cada esquina. Todo perfectamente iluminado, pantallas carísimas y gente de arriba a abajo como si tuvieran más prisa que nunca.
Lucas acaba de conocer a los otros dos componentes de la banda. Uno de ellos, el que toca el teclado, se llama Lucho. Él se encargará de tocar la batería, aunque todos se sorprenden de que tenga la fuerza suficiente como para realizar esa labor al ver lo delgado que está. El que toca el teclado se llama Nico y es el más joven de los tres; por eso lleva ese peinado tan raro rapado por un lado y el flequillo más largo de lo normal. Todavía está en edad de intentar destacar de alguna forma, pero por el poco tiempo que han podido hablar hasta ahora, a Lucas les han caído muy bien. Los tres están un poco nerviosos, pero al menos sienten que pueden apoyarse los unos en los otros porque ya forman parte de un grupo; de la banda del programa. Toquetean los instrumentos, arman ruído y se ríen improvisando ritmos que van surgiendo de la emoción del momento. Realmente se lo están pasando bien a pesar de ser novatos en el mundo de la televisión y de no tener ni idea de cuál será realmente su función. Carla, la regidora, les ha dicho que pronto irán los directivos a ver cómo suenan juntos y que ya le explicarán todo de forma más detallada, pero mientras tanto, se dedican a matar el tiempo con bromas y música.
  -Vaya pedazo de plató ¿Verdad?
  -Cómo se nota que aquí se maneja dinero jajaja
  -Ya te digo... Nosotros no ganamos ni para pagar esa tele de ahí. -Nico señala a una de las televisiones de plasma que hay bajo una de las cámaras con ruedas y los otros dos se giran para mirar. Es entonces cuando Lucas vuelve a ver a la rubia de antes. Ahora está sola y ella le mira sonriendo. ¿Se conocen?
  -Chicos, ahora vengo. Voy a hacer una cosa. -Dice mientras se dirige hacia ella.
  -Mira Lucas, ya va a ligar con las chavalas jajaja.
El chico ha dejado la guitarra donde estaban sus otros dos compañeros, así que tiene total libertad para correr cómodo por el plató hasta llegar a la mesa en la que ella está apoyada.
  -¡Hola! -Dice la chica sonriendo.
  -Perdona ¿Nos conocemos? Es que me suena mucho tu cara y como no parabas de mirarme...
La preciosa sonrisa que lucía hacía unos segundos desaparece por completo y contesta nerviosa.
  -No. No sé. Puede que nos hayamos visto alguna vez. -Sabe perfectamente que es el chico con el que se chocó el otro día, pero si él no se acuerda de ella, no quiere quedar como una tonta.
  -Ah, bueno... Perece que ahora sí que nos vamos a ver mucho ¿No? Trabajamos juntos.
  -Bueno, lo mío no es seguro aún, pero sí. Espero seguir viéndote jajaja.
  -Jajajaja
  -¡BERTAAA! -Se oye a lo lejos. La chica se gira y ve a su representante haciéndole gestos con la mano para que se acerque.
  -Bueno, al menos ya sé como te llamas. Eso es señal de que te voy a tener que nombrar muchas veces por aquí. Si no, el destino no me habría hecho saber tu nombre ¿No crees?
  -S...si. Supongo. -¿Pero qué le pasa? Cómo se puede haber puesto tan nerviosa al verle sonreír? Realmente es muy guapo, pero lo que le ha dejado impactada es esa maravillosa sonrisa. Hasta le tiemblan las piernas y se ha quedado embobada ante él.
  -Creo que ese hombre te estaba llamando. -Dice Lucas señalando hacia el señor Mateo.
  -¿Qué? -Al momento se baja de la nube en la que se encontraba y recuerda que está allí para conseguir un trabajo, no para tontear con nadie. -Si, cierto. Espero verte pronto. -Y se va mucho más seria de lo que estaba cuando Lucas llegó.
  -¿Qué pasa? -Le pregunta a su representante cuando ya está cerca de él.
  -Te tengo que decir una cosa.

martes, 25 de junio de 2013

Con "B" de BERTA. Cap. 43

CUARENTA Y TRES
  Paredes con una perfecta iluminación. Al menos cincuenta personas andando de un lado a otro y ella en el centro de todo. Rodeada de directivos, cámaras y técnicos de sonido, pero sola ante el peligro. Sabe perfectamente que la están juzgando y eso la hace ponerse más nerviosa de lo que ya venía de casa, pero al menos la prueba no le está saliendo nada mal. O esa es la impresión que está teniendo. Las letras del cúe van pasando y ella lee lo que pone, aunque juega con la ventaja de que su representante ya le había filtrado el texto esta misma mañana, pero ese es su pequeño secreto.
  -Pasamos a la siguiente noticia.
  -Es suficiente. -Dice tajantemente uno de los señores enchaquetados que estaban allí observándola. Berta deja de hablar, intimidada por la voz de ese hombre y mira en las caras de los allí presente intentando averiguar si les ha gustado o no, pero lo que parece que realmente mandan allí se dan rápidamente la vuelta y salen del plató. Berta se queda inmóvil, sentada en la silla. Ya nadie la mira, salvo su representante que se acerca a ella y la abraza.
  -Has estado genial. Me juego lo que quieras a que el puesto es tuyo.
La joven se pone de pie.
  -¿Tú crees? Se han ido sin decirme nada. Creo que no les he gustado.
  -No sólo lo creo. Es que estoy totalmente seguro. No te han dicho nada porque tienen que hablarlo entre ello, pero es imposible que encuentren a alguien que lo haga mejor de lo que tú lo has hecho hoy.
No se puede creer lo que está escuchando. El corazón le va a mil y sus ojos se empeñan de emoción, pero ahora no puede aguantar más sin saber qué va a pasar. Se siente como cuando era pequeña e iba a recoger las notas al colegio. Ese papel podía significar un verano realmente genial o un verano apuntada en clases particulares, sabiendo que había decepcionado a sus padres; pero por suerte, esta segunda opción nunca tuvo que sufrirla.
  -¿Y ahora qué?
  -Ahora a esperar, pero no creo que tarden mucho.
  -Ya
  -Quédate aquí. Voy a buscar a Toni a ver si me dice algo.
  -¡No tardes! -Dice cuando ya está de espaldas a ella. Vuelve a estar sola, aunque de una forma diferente. Rodea la mesa mientras la roza con la yema de los dedos trazando un recorrido por el filo de la misma y quedándose en la parte de delante, donde están las cámaras que la han estado grabando hace un momento. Se queda mirando a su alrededor, buscando algo que no sabe exactamente qué es, algo que le distraiga. Pensaba que cuando terminara la prueba iba a estar más tranquila, pero más bien es todo lo contrario. Con eso de que le van a decir si está dentro del equipo o no está muchísimo más nerviosa que antes. Necesita saberlo ya, o al menos encontrar algo con lo que matar ese rato de incertidumbre. A su derecha, ve como una chica se queda mirándole, luego busca algo entre lo papeles que tiene en la mano y le vuelve a mirar. Comienza a caminar rápidamente hacia ella y cuando está justo delante suyo, vuelve a rebuscar en los papeles.
  -Perdona, ¿Tú eres...?
  -Soy Berta, encantada. He venido a hacer el casting.
  -¡Ah! Eres la futura revelación de la tele, ¿No? Yo soy Carla, la regidora. Encantada también. -Le da dos besos a Berta, pero esta se queda inmóvil, sin entender nada.
  -¡Cómo que la futura revelación de la tele? Ni siquiera sé si me van a dar el trabajo.
  -Bueno, ya, pero estos días he oído hablar muy bien de ti por aquí.
  -¿En serio? -La sonrisa de Berta se dibuja de oreja a oreja. Le cuesta creer lo que está oyendo, pero esos halagos le suben bastante el ánimo.
  -Claro. Yo nunca miento. Te aseguro de que tendrás tiempo para comprobarlo. Nos vemos por aquí. -Le guiña un ojo y se va. Berta se queda petrificada, delante de la mesa, hasta vuelve a escuchar la misma voz, esta vez más lejos y gira la cabeza para mirarla mientras habla.
  -¡Mucha suerte! ¡Aunque ya te digo que no la necesitas!

lunes, 24 de junio de 2013

A flor de piel

Hoy es un día raro. No sé por qué pero estoy más sensible de lo normal. Por un lado, los exámenes me tienen asfixiada y todavía me queda una semana más de estudio. Se supone que debería estar contenta porque cuatro días después de quitarme ese peso de encima, iré a un concierto de Alejandro Sanz acompañada de la mejor persona que jamás podría imaginar, aquella que me dio la vida y a la que le debo tanto. Intento centrarme en eso, agarrarme a ese concierto como a un clavo ardiendo, pero no me sirve. Parece que mis manos se sueltan y que ese apoyo no es suficiente para mí. Aún así, me queda ese viaje a Berlín que tantas emociones me transmite y que me conseguirá reunir con una persona a la que hace demasiado tiempo que no veo; ese viaje que tanto tiempo llevamos planeando y del que volveremos con la maleta cargada de anécdotas, pero tampoco me sirve. Sé que allí me va a faltar una persona muy importante, que sin ella no va a ser lo mismo, a pesar que una de sus habilidades sea sacarme de quicio cuando más estrés llevo encima.
Sé que parezco una niña chica que lo tiene todo y quiere más, que no se conforma con lo que le rodea. Una niña ambiciosa que no consigue ser feliz porque no es capaz de ver todo lo que tiene, sino lo que le falta. Y lo que me falta a mí es el apoyo de los que me quieren. Mi felicidad se compone de pequeñas cosas, las cuales me gusta compartir con los demás y sé que hay algo con lo que no puedo hacerlo. Por lo tanto, no me permite ser del todo feliz. No puedo hablar con mis amigos y mi familia de aquello que tanto me llena porque no son capaces de comprenderme. No entienden que admire tanto a alguien que no conozco y realmente es algo raro, difícil de comprender, pero eso es realmente lo que yo siento. Admiración. Admiración por tres personas. Tres mujeres, para ser más concretos:
La primera, sin duda, es mi madre. No hay palabras para describir su grandeza.
Las otras dos, sin ser una más importante que la otra, son Edurne y Anna. Y ahí es donde está mi problema. Dos personas de las que sé más bien poco. Por qué el hecho de admirarlas tanto entonces. La respuesta es bien sencilla aunque muchos no la comprendan. Resulta que esas dos personas han conseguido hacer de su pasión un modo de vida. Que han construido su sueño a base de esfuerzos, sin ninguna ayuda. Que a pesar de lo típico que se dice de que están ahí por su cara bonita, cada día demuestran que eso no es cierto, que son auténticas profesionales. De caras bonitas está el mundo lleno y no por eso llegan a alcanzar lo que ellas dos. Que no son una moda pasajera en el mundo del famoseo como la mayoría de caras bonitas, sino que han llegado hasta ahí para quedarse y son muchos años ya los que las respaldan.
Mucha gente no estará de acuerdo conmigo en esto, pero es mi forma de verlo. Y aún siendo tan grandes como son, no se les ha subido la fama a la cabeza. Siguen demostrando cada día su humildad y su agradecimiento a todas aquellas personas que seguimos sus trabajos. Digáis lo que digáis, eso es digno de admirar, lo cual hago yo, pero parece que debo guardármelo para mí. Que no puedo gritárselo al mundo y mucho menos a la gente a la que quiero. Parece que debo esconderlo para no parecer que estoy loca, que la gente que me entiende es gente a la que casi no conozco y está a kilómetros de distancia de mí.
Gracias a internet he encontrado ese apoyo con el que desahogarme, charlar y sonreír recordando momentos que ninguno de nosotros ha vivido en persona, pero sí por televisión. Y ahora resulta que eso me distancia aún más de mis amigos porque soy una pesada. No tienen ni idea de cuánto daño me provocan con todo esto, pero entiendo que al no sentir lo mismo que yo, no sean capaces de comprenderme. Por eso no me enfado, no me enfrento a ellos, pero a veces me hacen sentir que estoy sola. Que quizás debería haber nacido en otro lugar donde hubiera más gente como yo. Otro lugar en el que pudiera seguir de cerca a aquellas personas a las que tanto admiro. Pero claro, para estar completa al cien por cien, en ese otro lugar también deberían haber nacido mis amigos, lo cual es mucho más difícil aún. No necesito hacer un balance para saber que prefiero quedarme como estoy ahora, habiendo conocido a las personas tan maravillosas que me rodean en mi día a día, pero como dije antes, a veces me siento sola y por desgracia, este es uno de esos momentos.