miércoles, 29 de agosto de 2012

Con "B" de BERTA. Cap. 8

OCHO
  Paredes negras con decoración amarilla en forma de rectángulos verticales para darle luz al local. Solo tiene dos ventanas que no son muy grandes, pero la falta de luz natural se suple con grandes focos en el techo. Las bajas mesitas blancas están rodeadas por pequeños taburetes amarillos con forma de cubo, aunque también se pueden encontrar pequeños taburetes negros con forma cilíndrica colocados en algunas mesas aleatoriamente.
La música invita a un ambiente tranquilo y moderno, lo cual no impide que en los dos pequeños sofás negros de piel que se encuentran pegados a una pared, haya una pareja de entre cuarenta o cuarenta y cinco años que se están tomando una tapa de jamón serrano, queso y colines, acompañada de un refresco para ella y una cerveza pera él. Ambos sonríen y conversan tranquilamente.
Al fondo del bar, sentadas en unos taburetes metálicos junto a la barra con forma semicircular, se oyen carcajadas. Dos chicas, dos amigas, que comparten risas, bromas y mucha complicidad.
Una de ellas tiene la melena castaña, lisa, un poco más largo que a la altura de los hombros y el flequillo hacia un lado. Sus grandes ojos marrones trasmiten alegría y sus labios carnosos pintados de color rosa han hecho que más de un hombre deseen probarlos. Tiene un cuerpo envidiable, propio de una joven de su edad, aunque su amiga tampoco puede quejarse. Rubia, con el pelo largo ondulado por debajo del pecho; ojos verdes bastante maquillados y una nariz chata y el flequillo recto que le dan un aspecto infantil a su rostro. No tiene tanto pecho como su amiga, pero sabe sacarle partido al resto de sus cualidades. El camarero se ha fijado en las dos desde que llegaron bar y no se ha separado de la barra ni un solo momento, ya sea con la excusa de limpiar vasos, llenar jarras o contar el dinero de la caja, que no debe ser mucho porque el local está bastante vacío.
  -¿Os pongo otra?
  -No, gracias.
  -A mí sí. -Berta mira a África con cara de asombro y su amiga le contesta con otra sonrisa. -Y a mi amiga también.
  -¿Entonces les pongo otras dos cervezas a estas dos preciosidades?
  -¡Sí, por favor! -Berta permanece callada y pone los ojos en blanco, dando por hecho que no va a poder convencer a su amiga. -Vamos a lo importante: ¿Cómo estás por lo de la prueba?
  Su rostro de niña se entristece rápidamente y fija la mirada en el suelo. -Bueno, eso no importa ahora. Ya se me pasará.
  -Tú no te preocupes, Berti, cariño, ya verás como te salen muchos más castings.
  En ese momento, vuelve el camarero con dos grandes jarras llenas de cerveza bastante frías. -¡A estas invita la casa!
  -¡Muchas gracias! -África se echa su melena castaña hacia atrás mientras le guiña un ojo al barman, que se da la vuelta avergonzado y se dispone a limpiar mesas.
  Berta mira extrañada a su compañera de barra.
  -¿¿¿Te gusta el camarero???
  -¡Qué va! Pero habrá que agradecérselo de alguna forma, ¿No?
  -¿Dándole falsas esperanzas?
  -No, dándole seguridad en sí mismo. Pero ese no es el tema. ¡Quiero verte sonreír! ¿Desde cuándo te pones así porque no te cojan en una prueba?
  -No es solo eso, África. Es que ya tengo casi veintiséis años y sigo igual que cuando tenía veinte: Presentándome a castings en los que me cogen de vez en cuando y trabajando en el súper de reponedora  intentando ahorrar para poder independizarme, pero está claro que con el sueldo que me pagan, eso es más que imposible.
  -¡Si el problema es que te quieres librar de tu mami, la solución es bien fácil! ¡Vente a vivir conmigo!
  -Estás loca Afri. No puedo hacer eso. Ya te he dicho que no tengo dinero.
  -¿Y quién te está pidiendo a ti dinero?
  -¡No voy a permitir que lo pagues tú todo! No me parecería justo.
  -Bueno, pues pagamos a medias los gastos de luz, agua, etcétera y listo. Para pagar eso si te llega, ¿No?
  -Sí, eso sí. ¿Pero qué pasa con el piso?
  -¡El piso lo pagan mis padres! ¿No ves que están forrados? ¿O te crees que con mi sueldo de becaria puedo pagarme un piso en pleno centro?
  -No sé, África. Déjame que me lo piense...
África finge estar enfadada y con un tono muy serio dice:
  -Me ofende que no quieras vivir con tu amiga del alma. Piensa en las noches de juerga que podemos pasar, fiestas en el piso, pelis con palomitas en el sofá tapadas con la mantita, el cuarto de baño lleno de botes de cremas y maquillaje... ¡¡Un verdadero piso de chicas!!
  -No es que no me apetezca. Es que lo veo muy precipitado.
  -¡Venga ya! Soy tu amiga de toda la vida, no te voy a secuestrar ni nada de eso. ¿Qué hay de malo en que vivamos juntas? Vente un mes de prueba y si no te gusta lo que ves, puedes volver a tu casa sin malos royos. Te prometo que no te voy a reprochar nada. Palabra de continente.
  -Afri, los continentes no hablan... Pero bueno, se lo comentaré a mis padres y ya veré lo que hago.
  -¡¡¡Siiiiii!!! ¡¡Yupi!! -África salta repetidas veces sobre su taburete hasta que, de repente, se frena en seco. -Un momento... no estás contenta. Te obligo a que estés contenta. ¡¡Sonríe!! ¡A partir de ahora vamos a ser inseparables!
  -No te emociones, aún no he dicho que sí.
  -¡¡Acabas de decirlo!!
  Y Berta vuelve a sonreír, aunque no está muy segura de que vivir juntas sea la decisión más correcta.

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