VEINTE
Paredes heladas en la fría madrugada del domingo. Berta duerme enroscada en sí misma. Su madre le ha echado una manta por encima cuando ha visto que Morfeo entró en su habitación, pero no es suficiente.
Junto a ella, en su mesita de noche, el móvil comienza a vibrar, una y otra vez. No se despierta porque lo tiene en modo silencio hasta que, con la vibración, el aparato cae al suelo y el golpe provoca un sobresalto en la chica. Se sienta sobre la cama, pero no sabe qué ha pasado. Está aturdida y mira a su alrededor buscando una explicación a ese golpe repentino hasta que ve su móvil en el suelo, abierto por la mitad. Se levanta corriendo y se agacha para recoger las dos partes del teléfono, las cuales no pesan todo lo que deberían pesar ¿Dónde está la batería? Berta alarga la mano para encender la luz de la mesita, pero justo antes de hacerlo, mira el reloj. Las cuatro y media de la mañana... no son horas para despertar a sus padres, aunque seguramente ya se hayan despertado al oír el suicidio de su móvil. Va a tener que buscar a oscuras si quiere que su madre no se levante de la cama para ver qué pasa.
Palpa el suelo de toda su habitación con la palma de sus manos, pero no hay rastro de la batería. Sus pupilas se han ido acostumbrando a la oscuridad y ya puede ver más o menos. Se sienta en el suelo y deja caer la espalda sobre el lado de la cama. Su paciencia se acaba. No sólo tiene curiosidad por saber quién le llama a estas horas, sino que también quiere dormir. Lo necesita. Ha sido un día lleno de emociones y cambios. El domingo quiere ir a correr por el parque para aislarse de todo, y para ello, necesita descansar esta noche.
Al final, se decide a encender la luz, se sitúa de pie en el centro de la habitación, con las manos en jara y gira sobre sí misma mirando al suelo. No puede ser, ni rastro de la batería. Se agacha para mirar debajo de la cama y de la mesilla de noche. Tampoco está ahí. Mira hacia su derecha, hacia su izquierda y ¡Al fin! Había caído dentro de uno de los zapatos que llevaba puestos el día anterior. La coge, la coloca dentro del móvil y cierra la tapadera. Le da al botón de encender y mientras espera a que cargue, apaga la luz y se sienta sobre la cama. Pone el código pin y aparecen un cartelito azul en la pantalla avisándole de que tiene un mensaje. Debería cambiar la melodía que tiene asignada para cuando le mandan uno de esos. Es demasiado larga y luego pasa lo que pasa, ¡¡Que el móvil vibra y se pierden las baterías!! Abre el mensaje y se sorprende al ver que es de su ex representante.
Tengo algo que contarte. ¿Podemos vernos el domingo? Contesta cuanto antes, por favor.
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