sábado, 1 de junio de 2013

Con "B" de BERTA. Cap. 32

TREINTA Y DOS
  Las paredes del local en el que acaban de entrar Lucas y Pablo son muy diferentes a la de los locales que suelen frecuentar ambos. Éstas tienen una decoración elegante, compuesta por muchos detalles que en conjunto proporcionan una gran armonía al ambiente que allí se respira, pero ninguno de los dos se fija ahora en eso porque Lucas acaba de chocarse con una desconocida y casi la tira al suelo si no llega a ser por la pared que tenía la joven detrás.
  -¡Aaau!
  -¡Lo siento, lo siento! De verdad, no quería molestarte. 
  -No pasa nada.
  -¿Estás bien? ¿Te he hecho daño? 
  -Sí, no te preocupes
La chica continúa hablando por el móvil y los dos amigos entran en el local.
  -Anda que no eres listo tú. -Le dice Pablo con una sonrisa pícara a su amigo mientras éste busca un sitio donde sentarse y finge que no ha pasado nada.
  -¿Qué? -Hace como que no sabe de qué habla para restarle importancia al asunto.
  -Sí, hazte el loco, pero los dos sabemos que no te has ido a chocar con la más fea, precisamente. -Desde que ambos tuvieron por la noche aquella conversación en la cocina de la casa de Lucas, Pablo se ha propuesto que su amigo pase página e intente que se fije en otras chicas para que consiga superar lo que pasó hace ya casi un año.
  -No sé, no me he fijado. Vamos a sentarnos allí. -Dice Lucas señalando con la cabeza una mesa vacía y caminando hacia ella antes de que se siente otra persona. Su amigo le sigue, pero no está dispuesto a dejar pasar esta oportunidad que le ha brindado el destino con esa chica rubia. No pretende que Lucas se case con ella ni que tengan nada serio, sólo quiere que se diviertan juntos y que se dé cuenta de que la vida sigue para él.
  -Ya... Pues fíjate ahora. -Dice mirando hacia la puerta mientras la joven vuelve a entrar en el local.
  -Sí, no está mal. ¿Qué vamos a pedir? Ya que venimos a un sitio con clase nos pedimos algo que no sea una cerveza, ¿No?
  -Va, tío, eso ahora da igual. ¿No te gustaría conocerla?
  -¿Qué? -A Lucas no le está gustando nada el camino que está tomando la conversación pero no quiere enfadarse, así que opta por zanjar el tema. -Mira, vamos a dejarlo. ¿Pedimos un café?
  -Vale, pero uno que sea especial. -Dice Pablo mientras coge la carta y comienza a ojearla. No ha querido seguir insistiendo porque ha notado la incomodidad de Lucas en su mirada, pero eso no significa que se haya dado por vencido. Simplemente ha decidido aplazar el tema para otro momento.
Ambos deciden qué tomar y se lo comunican al camarero cuando éste les atiende. Mientras esperan a que vuelva para servirle su pedido, hablan de todo un poco. Del grupo de música, del equipo de fútbol de su barrio, de Marcos y Elías...

Un par de mesas a la derecha, Berta ha colgado ya su teléfono móvil, pero ha quedado con África en que la va a llamar dentro de un minuto, así que aprovecha ese tiempo para decirle a su nuevo representante que va a tener que volver a salir fuera en un momento y que si no le importa, que vaya pidiendo ya la cuenta. Éste asiente complacidamente y Berta le da un beso en la mejilla. Ha sido algo que ninguno de los dos se esperaba, pero la joven se ha dejado guiar por sus impulsos y ha despertado esa vieja costumbre que tenía cuando era pequeña y trabajaban juntos. Después del beso ha habido algunos segundos de silenciosa tensión que Berta ha conseguido cortar como buenamente ha podido.
  -Bueno pues... voy a fuera a llamar otra vez jajajaja. -Dice nerviosa por lo que acaba de ocurrir. -No tardo nada.
  -Vale. Cuando pague esto salgo y te llevo a casa.
Los dos se sonríen y Berta coge el bolso y la chaqueta vaquera y se la va colocando de camino a la puerta. Vuelve a colocarse delante de la fachada, como hace un momento cuando se chocó con el gallego ese que casi la tira al suelo. Marca el número de África, que ya se sabe de memoria y espera a que dé señal. Dos tonos más tarde oye la voz de su amiga al otro lado. 
  -¿Diga?
  -¿Qué querías? Para qué se supone que te tenía que llamar?
  -¿Qué? -Dice África con voz de asombro
  -Que para qu... -África no deja que su amiga termine de formularle la pregunta y vuelve a hablar ella.
  -Sí, sí. No te preocupes. Enseguida estoy allí. Dame quince minutos.
Berta no entiende nada
  -¿Que nos vemos dónde? ¿Qué estás diciendo?
  -Tranquila mamá, siéntate y tranquilízate, que cojo un taxi y voy para allá.
África cuelga el móvil y coge su bolso, que lo dejó ayer en el sofá, justo al lado de donde está ahora su novio.
  -¿Qué pasa? ¿Te vas ya?
  -Sí Miki, tengo que irme. Luego te llamo, ¿Vale?
  -¿Pero qué ha pasado? ¿Tu madre está bien?
  -Sí, no te preocupes, Es que ha vuelto a discutir con mi padre y ya sabes cómo se pone.
La verdad es que no, que no lo sabe. Es la primera noticia que tiene de que los padres de su novia discuten tan fuerte. Cuando se da cuenta, África tiene ya el abrigo puesto y va de camino a la puerta.
  -¡Llévate tu regalo! Ábrelo en tu casa aunque sea.
África no quiere ni pensar lo que puede ser. No quiere tener nada de él y pone la primera excusa que se le ocurre.
  -No, ya lo abro otro día que estemos juntos. -Sonríe de forma forzada y sigue caminando hacia la puerta.
  -Dame un beso al menos, ¿No?
 África se gira y sin moverse del sitio se lleva la mano a los labios y le lanza un beso a su novio desde la distancia. -Tengo prisa. -Dice para excusar su falta de cariño. Abre la puerta y se va. 
En el ascensor de camino a la calle, desbloquea el móvil que no lo había soltado desde que habló con Berta y lo utiliza para mandarle un whatsapp justo a ella.
"Dentro de 15 minutos en mi casa. O mejor dicho, NUESTRA casa. Yo compro el chocolate"
Le da a "enviar" y apoya la cabeza contra la pared hasta que llega a la planta baja.
Mientras tanto, Miguel no se ha movido del salón e intenta asimilar lo que ha pasado. Ha sido todo muy raro... Hace un momento estaba todo genial. Era la vez que más cariñosa veía a su novia, le abre su corazón y le dice que tiene que irse al baño. Y cuando vuelve, le suena el móvil y se va. 
El joven se sienta en el sofá y se queda mirando el cuadro que le ha regalado. Le encanta, como todo lo que viene de ella. Se tumba, apoyando la cabeza en uno de los cojines y continúa mirando el regalo. Está preciosa en la foto, como siempre.

  

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