miércoles, 5 de junio de 2013

Con "B" de BERTA. Cap. 34

TREINTA Y CUATRO
   Paredes perfectamente decoradas. Parece que el local acaba de abrir hace apenas unos meses y en realidad este es ya su noveno año abierto al público. Uno de los camareros, el que tiene el lunar en la barbilla, sostiene elegantemente una bandeja con un café irlandés, compuesto por café, whisky y crema batida; y un caramel macchiato, hecho con café con leche, espuma y caramelo. Cuando llega a una de las mesas que hay más al fondo, se para, deja el pedido delante los dos clientes y se marcha sosteniendo la bandeja, esta vez en la espalda.
Lucas agacha la cabeza acercándose a la mesa y huele el café que le han dejado enfrente.
  -¿Este es el mío?
  -No sé.
Los dos se sonríen. No tienen ni idea de lo que han pedido, pero puestos a gastar en un sitio caro, gastan a lo grande y así prueban nuevos sabores. En Galicia no habrían encontrado un local así ni aunque se llevaran meses buscando.
  -Habrá que probarlo.
Ambos miran sus respectivos cafés con miedo, como si pudieran contener veneno o algo por el estilo. Por fin Pablo se decide y coge el asa de la taza con cuidado para no quemarse, se la acerca a la boca y se moja los labios.
  -Oye, pues está bueno. -Dice sorprendido.
  -¡Con lo que nos va a costar, como para no estarlo! -Ahora es Lucas quien decide comprobar a qué sabe su café con ese nombre tan extraño. Le da un ligero sorbo porque aún está demasiado caliente y lo saborea durante unos segundos. -¿Me lo vas a contar ya o voy a tener que torturarte?
Pablo deja de mirar el café y ve los ojos de su amigo clavados en los suyos. Sabe perfectamente a qué se refiere Lucas, pero nunca le ha resultado fácil hablar de ese tipo de temas.
  -Nada. En realidad es una tontería. De aquí a tres días se me pasa. -Dice sonriendo para restarle importancia.
  -Bueno, aunque sea una tontería, me gustaría saberlo. Soy tu amigo y quiero verte feliz, no cabizbajo. Además, nadie mejor que tú y que yo sabe lo bueno que puede llegar a ser una terapia de charla con un colega, ¿Verdad? -Ambos se miran cómplices recordando la conversación que tuvieron la noche anterior, cuando Pablo se encontró a Lucas hecho polvo en la cocina.
  -Parece ser que sí, que algo funciona. -Fuerza una sonrisa. Le va a costar mucho abrirse, pero realmente es lo más justo. No hace ni doce horas, la situación era totalmente contraria y ahora es su amigo el que pide que confíe en él para poder ayudarle.
  -Pues venga. Soy todo oídos.
Pablo respira hondo y comienza a narrar.
  -Verás... en realidad ni siquiera yo estoy totalmente seguro de lo que me pasa pero... -Vuelve a suspirar y continua. -... creo que me he enamorado.
  -¡Pero eso es una noticia genial! -Lucas sonríe a más no poder. Será por eso que sus amigos siempre dicen que es el romántico del grupo y es que para él no hay nada más fuerte que el amor en cualquiera de sus formas.
  -De Vero -Susurra Pablo cabizbajo mirando su café. La sonrisa de Lucas se borra por completo. Se levanta de su silla, se sienta en el hueco libre que hay al lado de su amigo y le rodea los hombros por detrás de la nuca con el brazo que tiene más próximo a él.
  -¿Y cuál es el problema? Vero es una chica estupenda. -Dice fingiendo una pequeña sonrisa. Sabe perfectamente que el problema tiene nombre y apellidos. Para ser exactos, el problema se llama Marcos Hernández Vizcaíno y es él quien pasó ayer toda la noche con ella.
  -Sabes tan bien como yo cuál es el problema. O mejor dicho, quién.
  -Bueno... -Lucas piensa rápidamente una forma de animar a su amigo. -Lo de Marcos no va a durar mucho. Los dos sabemos que él no es de relaciones largas.
  -Ya, pero me jode ver cómo la trata. Ella no es una más, ¿Sabes? No es un trozo de carne. Y no sé si es la mujer de mi vida, pero sí sé que no se merece que la traten como lo está haciendo Marcos. A pesar de tener un aspecto de chica dura, me bastó la noche de ayer para darme cuenta de que es una chica sensible, que necesita que la cuiden, y creo que no fui el único que se dio cuenta. -Pablo mira a Lucas buscando su afirmación.
  -Lo sé.
  -Pero Marcos no. Él no se dio cuenta. -Dice enfadado y toma su segundo sorbo de café desde que se sentaron para calmarse un poco.
  -Ya sabes cómo es. Hay que dejarle las cosas muy claras para que se dé cuenta. -Contesta Lucas intentando excusar a su amigo.
  -Que sea así no significa que su forma de comportarse sea la correcta. Estoy cansado ya de que se lo perdonemos todo porque él es así. Todos tenemos nuestras cosas pero no vamos a nuestra bola pensando solo en nosotros mismos. -Pablo se está desahogando como nunca antes lo había hecho y, sinceramente, le está sentando de maravilla. -Nosotros no tenemos que pagar porque él se crea el ombligo del mundo; y mucho menos tiene que pagarlo Vero, que casi ni le conoce.
  -Eso no tiene nada que ver. Tú tampoco la conoces y ya dices que te has enamorado de ella. -Mientras lo va diciendo, Lucas se va dando cuenta de que no está siendo justo y que no tenía que haberlo soltado así. Al mismo tiempo, mientras Pablo lo va oyendo, siente como si alguien le estuviera apretando el pecho y no le dejase respirar. Se queda callado mirándolo, si creer que de verdad su amigo le haya dicho eso. -Lo siento, no quería decirlo así.
  -Pero es realmente lo que piensas, que no puedo haberme enamorado de una persona con la que casi no he hablado, que es solo un capricho, ¿No?
  -Yo no...
Su amigo le interrumpe y no le deja explicarse.
  -Pues sin hablar con ella me he dado cuenta de que cuando sonríe se le cierran los ojos y se quedan diminutos a pesar de que sean enormes. Me he dado cuenta de que tiene tres lunares en el cuello dibujados en línea recta. Que tiene una piel tan suave y blanca que parece de seda. Que le sale un caracolillo de la sien. Que solo con mirarme hace que me quede sin aliento y se me desordenen las ideas. Sin hablar con ella me he dado cuenta de que la necesito en mi vida para ser completamente feliz.
  -Y luego resulta que soy yo el romántico. -Dice Lucas con media sonrisa para restarle tensión a la situación. -Siento haberte dicho eso, de verdad. Sabes que no soy así. Sólo intentaba que no te enfadaras con Marcos.
  -No te preocupes. -Dice mientras pasa el dedo por el filo de su taza dibujando círculos.
  -¿Y qué vas a hacer?
  -¿Cómo? -Pablo no se esperaba esa pregunta.
  -Que qué piensas hacer. ¿O te vas a quedar ahí sentado tomándote tu caramel macciato? -Bromea poniendo tono italiano y haciendo el gesto característico con la mano.
  -No sé, no lo había pensado. -Contesta entrecortado.
  -Pues te lo voy a decir yo. Te vas a levantar, vas a ir a La luna y le vas a decir a la cara todo esto que me has dicho a mí.
  - No, no. No voy a hacer eso. Estoy totalmente sudado, ¿No me ves?
  -Va, ¡Tampoco hemos corrido tanto!
  -Además, ella trabaja por la noche. No estará allí todavía.
  -No inventes que sí que está allí ahora. Soy yo el que os enseñó ese local a vosotros, no al revés jajajaja. Vero trabaja los domingos el día entero y a esta hora no debe tener mucha clientela. Es el momento perfecto.
  -Prefiero dejarlo para otro día.
  -Si lo dejas para otro día, no lo harás nunca.
  -¿Y qué pasa con Marcos?
  -Deja de buscar excusas y sal corriendo ya de aquí. Con Marcos hablo yo. Seguro que lo entiende.
  -Bueno, vamos a pedir la cuenta antes, ¿No?
  -¡Que te vayas ya! -Dice riendo aunque subiendo un poco el tono para que no vuelva a rechistar. -Yo me quedo aquí y pago.
  -Vale, vale. -Pablo se levanta muy despacio, intentando retrasar el reencuentro lo máximo posible. Lucas le da una palmada en el hombro y le desea suerte cuando ya está a punto de salir del local mientras piensa que realmente esta historia va a traer más de un disgusto a Acclaim, el grupo de música que formaron hace ya unos años, pero sintiéndose al mismo tiempo orgulloso de su amigo. Tiene que reconocer que le ha echado valor al ir a hablar con ella con las pintas que llevaba. Y mientras piensa esto último, no puede evitar que se le escape una sonrisa.


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